El buen desarrollo de las audiencias en los espacios culturales es fundamental. Conocer cuáles son los desafíos que para la gestión cultural es también un buen punto de partida en este diagnóstico. Cristian Antoine, director académico del curso Desarrollo de Públicos para las Artes nos reseña en esta entrevista los puntos esenciales de la primera lección de clases.
En la actualidad, ¿Cómo es el panorama de la gestión cultura en el país?
“La Gestión Cultural en Chile es una actividad profesional que se ha ido desarrollado a partir de una práctica real que solo tardíamente ha comenzado a ser acompañada por un esfuerzo formativo regular. Es evidente que estas formas de intervención en la administración de la cultura ha creado la necesidad de nuevos profesionales. Por ello se hace tan necesario definir ¿qué es la gestión cultural?, y ¿qué se entiende por gestor cultural?, asumiendo en cualquier caso que, independiente de nuestra mirada, gestionar cultura quiere decir gestionar servicios culturales que se materializan programas y actividades, los cuales se desarrollan para lograr ciertas finalidades definidas en los planes de política cultural. Por tanto, el perfil profesional del gestor cultural se caracteriza por su carácter transversal, por ser un profesional de la frontera. Mejor aún de las fronteras, como dice el experto español Antonio Ariño, un profesional que se mueve como pez en el agua en la fertilidad de las hibridaciones: no es un artista, ni un economista, ni un psicólogo social, ni un filósofo, ni un sociólogo, aunque tiene un poco de todo eso.
El gestor cultural debe intervenir en una o algunas fases del ciclo de vida de la cultura, desde que se inicia hasta que deviene del dominio público. A saber, las fases incluyen una mirada atenta sobre los procesos de creación, la producción, la distribución y la difusión de los bienes, productos o servicios culturales. Como se sabe, las fases del ciclo son: creación (diseño), producción (materialización), difusión (campañas de información e invitación-marketing) y la distribución (consumo directo del público). La intervención del gestor puede hacerse desde distintos enfoques y con diferentes metodologías y énfasis. A través de programas tales como: apoyo a la creación, extensión y promoción de la producción artística, formación artística-cultural, divulgación del patrimonio, y ampliación de públicos, entre las más importantes”.
Ese último aspecto es el que constituye la razón de ser del presente proyecto Fondart, según entiendo, pero ¿porque razón se detuvieron en este problema en particular?
“En Chile la reflexión académicas sobre el desarrollo de las audiencias culturales es aún precario, en parte debido a la escasa masificación del consumo cultural de calidad, en parte a la debilidad de los circuitos y compañías estables, y en parte también a la ausencia de medios de apoyo destinados a desarrollar las audiencias, y a la feble formación de base de las personas. Factor adicional es la carencia de especialistas vinculados al área con posibilidades de realizar una reflexión más pausada de estas cuestiones, más allá de la urgencia de tener que atender a las necesidades del día a día en las organizaciones culturales.
“Se puede decir que en el campo cultural, no hay discurso ni manifestación cultural presente en estas últimas décadas que no mencione como los objetivos principales de su accionar: la conservación del patrimonio físico y espiritual de la Nación y la difusión de las diversas formas culturales entre la población. Las acciones culturales están usualmente centradas en hacer posible el acceso a las manifestaciones artísticas y culturales al mayor número de personas; convencidas de la idea de que la cultura es un factor primordial en el desarrollo de un país”.
Se trata ciertamente de un problema complejo. Especialmente si se toma en cuenta que la asistencia a eventos culturales del segmento ABC1 promedia un 30,6%, mientras que el segmento E llega apenas al 2,6%. Las encuestas que se han hecho muestran que un 80% de la población no ha asistido al teatro ni una sola vez (en los últimos 12 meses o en su vida), muy pocos son los que acuden a los museos y menos los que compran libros. Como lo puso de manifiesto una de las últimas encuestas de “Consumo Cultural y Uso del Tiempo Libre”, ver televisión y escuchar radio (o música) son los únicos consumos culturales universales de los chilenos. La lectura de libros alcanza al 39,7%, la asistencia al cine al 34,8%, la asistencia al teatro al 21,3%, la asistencia a conciertos al 20,5% y la asistencia a la danza a solo el 11,3% de la población encuestada. Asimismo, es relevante el hecho que cerca del 60% de la población presenta un consumo cultural mínimo o bajo, es decir, que aparte de los consumos generalizados (radio y TV), esta no pasa de consumir dos o tres bienes culturales más, mientras que solo el 14% de la población presenta un índice de consumo alto (más de diez bienes o servicios)”.
¿Pero por qué es importante prestarle atención a estas cifras?
“Hacia mediados de la década pasada, la necesidad de ampliar la base de los públicos para la cultura y el arte se había consagrado tanto en el discurso oficial -desde la institucionalidad cultural representada por el Consejo Nacional de la Cultura- como en las iniciativas privadas provenientes desde la gestión cultural empírica como desde la reflexión académica. Lo decía taxativamente el documento que dio inició a la versión presente de las políticas culturales del país (“Chile quiere más cultura, Políticas Culturales 2005-2010”, p.20): “En Chile, el desarrollo de las audiencias es aún precario. Ello se debe en gran parte a la escasa masificación del consumo cultural de calidad, a la debilidad de los circuitos y compañías estables, a la ausencia de medios de apoyo destinados a desarrollar formación cultural de base de las personas”.
Una idea que habíamos visto nacer tímidamente la década pasada, camuflada bajo conceptos como “participación”, “goce y disfrute”, había quedado ya definitivamente inscrita. Pero, ¿qué quiere decir exactamente “desarrollo de audiencias”? ¿Cómo podemos saber que se están “desarrollando”?, ¿quiénes son los llamados a asumir esa tarea?, ¿qué factores influyen en su gestión?, son entre otras algunas de las cuestiones que nos parece digno atender para contribuir al desarrollo de un ámbito que suele valorarse como estratégico, en términos de administración cultural. Ese será el tema de fondo de nuestra primera lección”.