El presidente Boric ha propuesto aumentar el presupuesto de cultura en un 60% para 2024-2025, basándose en varias razones:

1. Reconocimiento de la UNESCO: La cultura es considerada un bien mundial esencial y un motor de desarrollo, generando más de 48 millones de empleos globalmente.

2. Impacto económico: La cultura aporta el 3,3% al PIB chileno y genera 240 mil empleos, representando el 2,3% de la fuerza laboral.

3. Tendencias globales: Hay un aumento en la inversión estatal en cultura a nivel mundial.

4. Presupuesto actual: Aunque ha habido incrementos recientes, el presupuesto cultural sigue siendo una pequeña fracción del total nacional.

En resumen, el presidente cree que aumentar el presupuesto cultural es crucial para el desarrollo socioeconómico y el reconocimiento de la cultura como un sector estratégico.

El problema no es la falta de dinero para la cultura, sino la falta de orden en su distribución. El sector cultural chileno ha crecido desorganizadamente, creando la percepción de favoritismo y discrecionalidad en la asignación de fondos, sin un marco legislativo claro. Solo unas pocas instituciones reciben financiamiento estatal directo, mientras que muchas otras quedan fuera.

El sistema actual carece de justicia y estabilidad en la asignación de fondos. Hasta 2018, el financiamiento se distribuía entre varias instituciones separadas. La mayor parte del presupuesto se gasta en programas del ministerio, con solo un pequeño porcentaje destinado a instituciones culturales. En comparación, en Inglaterra, la mayoría del presupuesto cultural se destina a instituciones.

En Chile, unas 15 a 20 instituciones reciben estos recursos, incluyendo teatros, museos y fundaciones. Sin embargo, no existe un criterio claro para la asignación de fondos, lo que genera cuestionamientos sobre la equidad y transparencia del proceso.

Además, la Subsecretaría del Patrimonio financia fundaciones y museos que no están directamente relacionados con la cultura, mientras que las instituciones culturales locales reciben pocos recursos. La creación de un sistema nacional de financiamiento para instituciones culturales es una aspiración del sector, ya que estas instituciones generan programas, atraen recursos privados y conocen mejor a sus audiencias.

El Fondart no financia proyectos a largo plazo, lo que limita el desarrollo sostenible de las instituciones culturales.

El presupuesto de cultura en Chile ha crecido de manera sostenida, aunque representa menos del 0,4% del gasto público. A pesar de los aumentos, su crecimiento es casi vegetativo, con excepciones como en 2014, cuando aumentó un 35%.

Hay incertidumbre sobre cuánto debería invertirse en cultura. El Mapeo de Industrias Creativas de 2011 mostró bajos índices de consumo cultural, afectando la sostenibilidad de los artistas. Críticas recientes señalan que el Ministerio de Culturas no ejecuta eficientemente su presupuesto, con problemas de gestión y ejecución.

El debate sobre políticas culturales está dividido. La izquierda aboga por aumentar el gasto público en cultura y proteger a los artistas, mientras que la derecha prefiere minimizar la intervención estatal y promover la financiación privada. La falta de consenso y claridad en la dirección de las políticas culturales complica la situación.

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